Tierra arrasada, pueblos
estrujados
Con siete días de vida, un bebé tuvo, por intoxicación, su
primera visita al hospital después del paso de un tractor fumigador que roció
todas las casas de su calle con agrotóxicos.
Los negocios de la soja, la megaminería, las pasteras y los combustibles
no convencionales afectan a una parte importante del territorio nacional. Se
trata de emprendimientos de grandes empresas que se instalan en puntos
estratégicos para obtener un rédito millonario, y ocasionan daños graves en la
salud de los habitantes y un deterioro irreparable en el ambiente.
Las resistencias de las asambleas
socioambientales, de los campesinos, de los habitantes de pueblos indígenas son
reprimidas por las corporaciones, y esto muchas veces no encuentra eco en los
medios: algunos, por el compromiso que puedan tener con las empresas, y otros,
por su dependencia del gobierno.
La resistencia de las poblaciones
campesinas en Misiones frente al avance de los monocultivos de árboles, en
particular, tiene poca prensa, porque estamos más enfocados en el tema de la
soja; pero las plantaciones de árboles para la industria en Misiones y en
Corrientes [y en Entre Ríos, agrego] funcionan de la misma manera: tienen tan
malas, o peores, consecuencias que las de soja.
El libro contiene un trabajo de
archivo que, como premisa principal, demuestra el impacto del extractivismo en
el medio ambiente, pero también la resistencia que se produce ante ello, y la
violación de los derechos de las personas que, frente a estas corporaciones,
son objeto vulnerable, y frente al Estado parece que fueran objeto invisible.
(Conceptos de la nota de Perfil http://www.perfil.com/sociedad/Extractivismo-ambiental-un-negocio-peligroso-20150225-0019.html,
por Florencia de Sousa.)
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