lunes, 22 de diciembre de 2014

Principios de educación maradoniana


Educando a Benja

Siempre he advertido a los padres sobre mantener firmeza y un claro liderazgo.

Doctor Benjamin Spock.

 


Hace dos días, luego de meses de inactividad, las baterías misilísticas de Gianinna* Dinorah empezaron a lanzar andanadas, a causa de encontronazos judiciales con el Kun Agüero, padre de su hijo Benjamín. En Twitter @gianmaradona escribió:

“Creo en Q los hijos son el reflejo de los padres... Gracias juani y Lili por criar un HOMBRE! Gracias por correr y salvarme en este caos Lu”

Se deduce que “juani” y “Lili” son los padres de “Lu”, que es Luciano Strassera, su pareja desde hace un año y medio. Me lo imagino al Kun diciendo “¿así que ese es un HOMBRE? Y yo qué soy: ¿un pato?”. Y metiendo dos o tres goles, de bronca. O no metiéndolos, también puede ser.

Pero no fue eso lo que atrajo mi atención, sino la afirmación “Creo en Q los hijos son el reflejo de los padres”. Enseguida se verá por qué.

Mientras, el jefe del clan hacía bambolla acerca de su encuentro con Jana, otra de sus hijas, asunto que a Dalma y Gianinna les saca ronchas. El clímax llegó cuando la segunda vio las fotos de Jana y constató el parecido que las une: eso la destrozó hasta el punto de caer en cama.

A medias recuperada, volvió a tuitear, relatando la reacción de su hijo al verla así:

"Hoy: presión baja... Mami te sentís mal? Te llevo al médico!? No puedo amarte tanto enano mío”

No sé si lo notan: el nene de cinco años se ofrece para llevar a la madre al médico. “¡Qué rico, qué amoroso, me lo como!”, me parece oír.

¡Pse! Esperen a conocer el contexto.

Tenemos que remontarnos seis meses atrás, cuando se jugaba el mundial de Brasil: entonces madre y padre tuvieron otra disputa acerca de cuándo veía este a su hijo. Lo interesante no es saber cuáles eran las diferencias, sino cómo percibió la situación Gianinna.

De eso habló con Jorge Rial (“Ciudad Góti-K”, Radio La Red AM 910, 23 de junio de 2014):

"Mi hijo tiene 5 años y tiene unos huevos gigantes, es mi vida, nunca pensé que iba a vivir una situación así."

Y en “El Argentino”, 24-6-2014, página 22, declara:

“Nadie puede obligar a un nene de 5 años a quedarse a dormir con alguien que no quiere. [...] Benja no se queda a dormir con otra persona. No lo hace tampoco acá en Argentina. No es que lo hace en la casa de los abuelos, en la casa de un tío.”

“Nadie puede obligar a un nene de 5 años...”: ¿lo leyó? Pero, vayamos por partes: ¿qué querría decir que un nene de cinco años “tiene unos huevos gigantes”? Déjenme deducir: no quiere decir, creo, que padece una deformidad física. Más bien, va por el lado de que tiene pensamiento propio y lo defiende; que no lo mandonean como si fuera un nene de cinco años, ¿sí? O sea, ¿a los cinco años hace lo que quiere, y no lo que sus padres disponen?

¿Es bueno eso?

Gianinna, la madre, le dice (¡lo cuenta ella misma!): “Por favor, Benja, que tenés que ir a ver a tu papá”.

“Por favor.”

Y capaz que el nene, si se le canta en sus “huevos gigantes”, le hace el favor a la madre.

Prosigo: “Benja no se queda a dormir con otra persona”. A ver, explíquenme esto. Con paciencia, porque últimamente hay novedades que mi cerebro es incapaz de procesar. ¿Cómo es eso de que “Benja no se queda a dormir con otra persona”? ¿Qué hace para lograrlo: llama a un remís, agarra su bolsito y se va? ¿Los revienta a piñas a todos? ¿Empieza a quemar cosas? ¿Se la pasa dando alaridos sin parar? ¿Durante cuántas horas, en casa de quiénes lo ha hecho, cuántas veces?

Ahora, agárrense fuerte. Lo que sigue puede leerse en la biografía de Dalma Nerea Maradona que presenta Wikipedia:

“De niña tuvo que irse a vivir a la ciudad italiana de Nápoles, debido a que su padre jugaba en un equipo local. También vivió algún tiempo en la ciudad española de Sevilla por la misma razón. A los 6 años decide volverse a Buenos Aires a vivir con su abuela, ya que no se sentía cómoda en España.”

“A los 6 años decide volverse a Buenos Aires a vivir con su abuela, ya que no se sentía cómoda en España.” Yo quiero escribir esta frase en la cordillera de los Andes, con letras de bronce de por lo menos quinientos metros de alto cada una. Es mejor, aún, que “Benja no se queda a dormir con otra persona” y “tiene unos huevos gigantes”. Repasémosla: tiene seis años, está en Sevilla y “decide volverse a Buenos Aires”, porque “no se sentía cómoda en España”.

¿Somos tan estúpidos? (Sí, lo somos. Voy a arrancar por otro lado, más frontal.)

Se la sacaron de encima: Claudia y Diego estaban incómodos con la nena, le inocularon la idea de lo lindo que es estar en Buenos Aires con los abuelos, le hicieron creer que era un pensamiento propio y luego convalidaron “su” decisión.

Ahora Benja repite la historia de su tía: ¡qué novedad! Lo que no se destapa, no se discute y no se salda, tiende a repetirse. Con la agravante de que estos modos aberrantes de procesar los conflictos originan una confusión de roles, muy visible en esta constelación familiar: las hijas de Maradona vienen actuando el rol de padres de él, quien, a su vez, funge de hijo tarambana y caprichoso, que ahora ha encontrado una nueva amiguita —que es su hija Jana, y que por suerte ya está criada— a la cual mostrarle su mundo. Su asqueroso mundo, agrego yo, por si a alguien le interesa.

Finalmente, Benja ensaya el rol de padre de su madre, que ya empieza a asumir. Sí, señora Gianinna: ¡los hijos son el reflejo de los padres! Y alrededor de su padre —el Diego, Dios— todos los roles están trastocados.

Señora Gianinna Dinorah, se lo voy a decir, sin esperanzas, pero por aquello de “di tu palabra y rómpete”: un chico de cinco años hace lo que le enseñaron, lo que aprendió, lo que le permitieron, lo que le avalaron. No tiene conocimientos ni desarrollo mental como para deconstruir la realidad según se la presentan sus referentes y volver a armarla de acuerdo con su propio criterio y experiencia.

Un nene de cinco años tiene unos “huevos gigantes” si la o las personas que lo influyen le enseñaron que su “¡no!” —el del nene— tiene un valor supremo.

Obviamente, en los casos en que ese ¡no! ha respondido a las conveniencias e intereses de sus mayores (o una parte de ellos). Pero el caso es que el nene queda convencido de que es quien decide.

Eso desordena la psiquis del chico, deforma su visión de la realidad y complica el funcionamiento familiar. Por lo tanto, señora Gianinna, me veo en el deber de advertirle que está criando a un monstruo de autoritarismo, de soberbia, de necedad.

Un Maradona, bah.


* En internet, los modos “Gianinna” y “Giannina” están llamativamente empatados con igual número de apariciones: 789.233 cada uno. “Gianina”, así, sencillito, solo ha sido escrito cuatro veces. 

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