No, cada uno cuida su kiosquito
Son retoños del mismo almácigo, al que —oh, casualidad— podemos verlo al centro de la imagen, arriba.
Lo cual no obsta para que, como en el yudo, tratemos de utilizar su propia fuerza para vencerlos.
Pero, cero confianza: fueron, son y serán sanguijuelas de la clase trabajadora.
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