Este sí que me hizo morder el anzuelo
Yo iba
leyendo de arcada en arcada la nota de “Clarín” titulada “El mundo, señores,
está desquiciado”*, de Paul Kennedy —historiador, Universidad de
Yale—. El texto repasa el estado del
mundo con mirada pesimista y blandiendo una exhortación no del todo
explicitada: que el Imperio resuelva mediante la agresión y el baño de sangre
las resistencias al saqueo que hoy pone a pueblos extenuados en el trance de
rebelarse o perecer. En todas las inestabilidades y conflictos que reseña, el
autor lamenta “la ausencia de un actor externo que pueda aportar
confianza y paz”. Esto es lo flagrante:
usted y yo no existimos como sujetos activos; los pueblos no existen. Las cosas
están mal por inacción del actor externo, el Big Brother.
Hasta ahí yo repudiaba con todo entusiasmo al autor, al “Clarín” y a la Universidad de Yale. Pero en ese punto don Kennedy reiteró su postura belicista de un modo más explícito, si cabe, ¡y entonces me di cuenta de que todo era en chiste! Así lo dijo:
Hasta ahí yo repudiaba con todo entusiasmo al autor, al “Clarín” y a la Universidad de Yale. Pero en ese punto don Kennedy reiteró su postura belicista de un modo más explícito, si cabe, ¡y entonces me di cuenta de que todo era en chiste! Así lo dijo:
“...que las Mayores Potencias creen fuerzas militares mucho más eficaces para garantizar la paz, de ser necesario por medio de una intervención enérgica en las regiones convulsionadas”.
Para garantizar la paz, una guerra arrasadora.
Este
Kennedy es un humorista de los buenos, créame.
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