Los vínculos de la Triple A con Radio Cooperativa
Adrián Carlos Amodio es quien
concreta esta relación, un personaje oficialista que parece haber estado muy
vinculado a López Rega, y a la Triple A desde su participación en la revista
“El Caudillo” en los años 70. El autor de esta nota nos explica lo ocurrido en
Radio Cooperativa y lo que pasa cuando el verdadero periodismo se enfrenta al
poder político y económico.
Por Herman
Schiller *
EL DIRECTOR DE RADIO COOPERATIVA se llama Adrián Carlos
Amodio y hace algunos meses, compañeros que eran de la Fundación Madres de
Plaza de Mayo me trajeron la denuncia de que ese personaje, hoy absolutamente
reciclado y convertido en un corifeo hiperoficialista, en la década del setenta
había pertenecido al llamado “grupo de intelectuales” que estaba con López Rega
y, desde la revista “El Caudillo”, apañaban los crímenes de la Triple A.
Alguien, quizás con razón, podría reclamar hoy lo siguiente:
¿Cómo ahora venís a hablar de las relaciones del director de Radio Cooperativa
con la Triple A? ¿Por qué no lo hiciste antes? ¿Y qué hubiera pasado si el
programa seguía?
Las preguntas, pienso, son valederas, pero para salvar mi
buen nombre y honor, respondo ante los hipotéticos interrogantes de los que,
desde el momento de enterarme, no hubo emisión donde en mayor o menor escala no
hablara de la Triple A. Y lo más fuerte fue un editorial dedicado a Gerardo
Martínez, el burócrata-patotero de la UOCRA que sirvió en el Batallón 601 de
Inteligencia de la última dictadura militar y hoy conforma una de las
apoyaturas sindicales del gobierno. En ese editorial dijimos que también habría
que juzgar y castigar a quienes participaron y fueron cómplices de la Triple A
en aquellos años y hoy están mimetizados en la sociedad y cumplen funciones
públicas.
Están a disposición las grabaciones de todos esos programas.
En el acto multitudinario realizado en la Legislatura para
repudiar el levantamiento de “Leña al fuego”, habló el Premio Nobel de la Paz
Adolfo Pérez Esquivel. Y después lo hizo el investigador y periodista rosarino
Carlos del Frade, autor del libro “Perón, la Triple A y los estados”, que
también se ha destacado en los últimos tiempos por sus denuncias puntuales
sobre las relaciones del narcotráfico con la policía y los distintos factores
de poder en la provincia de Santa Fe. En esta oportunidad, Del Frade confirmó y
precisó ampliamente la participación de Amodio en las filas de quienes
ensalzaban en la década del setenta los crímenes de la Triple A. Conceptos
similares fueron emitidos por Del Frade al día siguiente (1-III-14) en su
columna matinal de Radio Splendid y, también, el 13-III-14 en el acto realizado
por la Liga Argentina por los Derechos del Hombre en la avenida Belgrano 2527,
sede de ATE, Asociación de Trabajadores del Estado.
En la misma dirección aparecieron denuncias en distintos
medios. Menciono una a título de ejemplificación. Lleva la firma de Gabriela
Vulcano con el título “La historia secreta (y oscura) de Radio Cooperativa” y
apareció en “Perfil.com” el 11-III-11, o sea, hace algo más de tres años. En
ese trabajo se señalan, entre otros muchos conceptos, lo siguiente:
“Adrián Carlos Amodio tiene ahora una cara pública asociada
al progresismo. Dirige Radio Cooperativa (AM 740) y siempre se regodea de ser
quien le prestó la antena a la radio de la Asociación Madres de Plaza de Mayo
(AM 530). Al parecer, es la fachada perfecta para un hombre que poco quiere hablar
de su pasado. Atrás prefiere dejar sus días en el Ministerio de Bienestar
Social, con José López Rega a la cabeza, su compromiso militante con la
Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA, o "jotaperra") y, sobre
todo, su paso por la redacción de la revista de la Triple A , El Caudillo.
“El actual director radial nació y se crió en Lanús. El
mismo lugar donde dio sus primeros pasos en el terreno peronista. Poco después,
comenzaría a tener contactos con sectores sindicales y con las 62 Organizaciones,
el brazo político de la Confederación General del Trabajo (CGT). En 1970, con
apenas veintiún años, ya era delegado gremial de la Unión del Personal Civil de
la Nación (UPCN). Luego de tres años, pasaría a formar parte de las filas de la
JPRA, el ala derecha de la juventud justicialista de aquellos años. “Era un
militante del peronismo ortodoxo. Estaba en la JPRA. Es más, era un cuadro muy
respetado. Sin embargo, hoy se ha mimetizado entre los progre más combativos”,
cuenta un sindicalista de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que lo conoce de
cerca. Otras tres personas, relacionadas con el peronismo revolucionario y un
funcionario de la administración K, confirman la antigua militancia de Amodio
en aquella fracción derechista del justicialismo.
“Otra fuente consultada, con fuertes vínculos en el espectro
de la derecha argentina, asegura que Amodio, más que pertenecer a la JPRA,
tenía una destacada actividad en la Concentración Nacionalista Universitaria
(CNU), organización de extrema derecha que a principios de la década del
setenta se hizo conocida a partir del asesinato en Mar del Plata de la
estudiante judía Silvia Esther Filler".
A fines de 1973, con José López Rega ―mentor de la Triple A―
como ministro de Bienestar Social, Amodio ingresa a trabajar en la Dirección
Nacional de Recaudación Previsional. Para ese entonces, según tres fuentes
consultadas, empieza a participar en la redacción de la revista El Caudillo,
órgano de difusión del grupo represivo dirigido por Felipe Romeo, uno de los principales
imputados en la causa que investiga el accionar de esta organización de
ultraderecha, a cargo del juez federal Norberto Oyarbide.
“El Caudillo tenía una línea editorial marcadamente fascista
con fuerte oposición a los militantes de las agrupaciones del peronismo
revolucionario. Desde sus notas se alentaba la violencia de la organización
paramilitar y se ensalzaba la figura del general Juan Domingo Perón, de su
esposa Isabel Martínez de Perón y de “el Brujo” López Rega. Casi no tenía
publicidad comercial. En su gran mayoría eran avisos del Ministerio de
Bienestar Social y de las 62 Organizaciones".
Si bien la cara visible de esta publicación era Romeo, una
fuente muy cercana al director de Radio Cooperativa afirma con tono sobrador:
“Los que somos de esa época sabemos quién es quién. Amodio viene de la
ultraderecha peronista, de hecho trabajaba en “El Caudillo”. También en el
libro sobre López Rega, escrito por Marcelo Larraquy, se menciona al “cabezón
Adrián Amodio” como miembro del staff de ese semanario".
Hay quienes afirman que, de tanto en tanto, Amodio solía
aparecer como protagonista de algunas de las notas de la revista. De mirada
desconfiada y huidiza, prefiere no hablar de su pasado. Sólo atina a decir:
“Que yo recuerde, no”. Sin embargo, era habitual que la juventud sindical de
aquel tiempo diera reportajes, publicara comunicados y posara para las fotos en
las páginas de El Caudillo.
“En 2002 no sólo se dedicó a la radio. También a la gestión
pública: fue funcionario del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía
Social, hasta el 30 de noviembre. Ese mismo año fue condenado por la Justicia a
dos años y siete meses en suspenso por falsificación de documento público,
según fuentes judiciales".
“Si bien Amodio se hizo conocido en el medio radial cuando
se transformó en director de Radio Cooperativa, su nombre comenzó a sonar aún
más fuerte en el instante en que decidió prestarle la antena y las
instalaciones a la radio de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo (AM 530),
inaugurada en noviembre de 2005".
¿La razón de tal préstamo? Según Amodio, “si hay una
organización en la sociedad que tiene legitimidad para tener una radio” esa es
la de Madres de Plaza de Mayo. Para otros, ese interés obedeció a otra cosa más
utilitaria: ponerse bajo el paraguas de Hebe de Bonafini. “El siempre hace lo
que más le conviene. Nunca mostró ningún tipo de afinidad política con Madres e
incluso, más de una vez, se lo escuchó hablar mal de ellas”, explica otro ex
empleado. Uno de sus allegados refuerza la idea: “Le prestó la antena a Madres
para protegerse en caso de que le quisieran sacar la radio”. Ambos coinciden en
que la "donación" a Madres fue un pedido directo del Gobierno
nacional y que Amodio, después de mucho meditar, aceptó con el solo fin de obtener
cobertura política.
Algunos aseguran que Amodio prefiere no hablar de su pasado.
Elige el misterio a revelar datos de su identidad y hoy por hoy le resulta
mucho más rendidor codearse con las Madres de Plaza de Mayo antes que con los
impresentables y devaluados muchachos del peronismo de derecha. Por eso hace el
esfuerzo de camuflarse entre los que desde hace años vienen trabajando a favor
del respeto a los derechos humanos. Las palabras de un conocido periodista
parecen bastante elocuentes: “Siempre se quiso posicionar como la anti-Radio
10. En realidad, se acomodó bastante bien con el actual gobierno. Como ahora el
progresismo vende, se transformó en progresista”.
NEGACIÓN Y RESPUESTA.
El director de Radio Cooperativa, pocos días después del acto
llevado a cabo en la Legislatura porteña, me envió una carta documento en las
que califica de injuriosas mis apreciaciones, negando haber tenido relación
alguna con López Rega, la Triple A y la revista “El Caudillo”. También me instó
a retractarme en el término de 48 horas “bajo apercibimiento de iniciar
querella criminal por injurias”.
Inmediatamente le respondí con otra carta documento que,
textualmente, señala:
“Rechazo su CD 4010802101 por improcedente y carente de
fundamentos. Niego rotundamente haber tenido una intención ofensiva,
agraviante, humillante o insultante hacia su persona o su familia en mi
intervención en el marco del acto público realizado el 28 de febrero de 2014 en
el salón Juan Domingo Perón de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, con la participación del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel;
la legisladora MC Vilma Ripoll; la abogada y militante antirrepresiva María del
Carmen Verdú; y el periodista Carlos del Frade. Este último se refirió con
amplia exposición de citas y fuentes a la historia de la Triple A y la revista
El Caudillo y al papel que usted jugó en esa historia; datos que Del Frade
reiteró al día siguiente, 1º de marzo de 2014, en su columna matinal de Radio
Splendid; y, también, ayer, 13 de marzo de 2014, en el acto realizado por la
Liga Argentina por los Derechos del Hombre en la avenida Belgrano 2527, CABA,
sede de ATE, Asociación de Trabajadores del Estado. Niego haber mencionado
hecho alguno en referencia a su persona que no sea de dominio público,
profusamente difundido desde hace tiempo a través de publicaciones
periodísticas como diario Perfil, periódico Tribuna, Minuto Uno, etc., e
incluso un libro de amplia circulación como “López Rega, el peronismo y la
Triple A ”, de Marcelo Larraquy, editado por Aguilar en el año 2011. No expresé
opinión alguna sobre su persona y su carrera, sino que cité información de
carácter y dominio público de una persona igualmente pública, sin ánimo alguno
de agraviar. Respecto de la calificación de “ríspido” de nuestro último
diálogo, tampoco hubo en ella intención ofensiva, sino que es el término que
mejor describe lo que el suscripto percibió en el momento. Por último el
suscripto quiere destacar que, entre las miles de expresiones recibidas por
parte de un amplísimo espectro político, cultural, gremial, social, religioso,
estudiantil, etc., para repudiar la decisión de Radio Cooperativa de
interrumpir la continuidad del programa “Leña al fuego”, que el suscripto
conducía, figuran dos personas que, entiendo, se encuentran espiritualmente
cercanas a la emisora: Alfredo H. Villalba (apoderado nacional del Partido
Miles) y Rafael Araya Masry, columnista de uno de los programas de Radio
Cooperativa”.
LA EXPERIENCIA EN LOS MEDIOS
Sacar los pies del plato no es fácil. Sobre todo en materia
de medios de comunicación.
Sacar los pies del plato en ese ámbito gravitante significa
no hacer concesiones, ser lo menos pragmático posible y repudiar claramente a
todas las “corpos”. Las “corpos” oficialistas y las “corpos” de la oposición de
derecha. Y a esta altura del partido, por más espejitos de colores que nos
vendan y por más trucos dialécticos que pretendan sacar de la galera, sabemos
muy bien que ambas “corpos” (“Clarín” y “La Nación”, por un lado, y los medios
que son manejados desde la Casa Rosada, por el otro) son de derecha.
No hay “corpos” buenas y “corpos” malas. Ambas son de
derecha.
Quienes tienen en sus manos ese instrumento feroz de
manipulación que son los medios pelean por desplazar a sus rivales, no para que
el pueblo acceda a la información real.
Es en realidad la guerra mafiosa entre Al Capone y Lucky
Luciano, una guerra despiadada en la que todo vale y el pueblo, las masas,
están al margen.
Nosotros intentamos durante mucho tiempo un camino riesgoso
en medio de las balas para hacer un periodismo antisistema dentro de los medios
del sistema. Y lo intentamos “dentro” para aprovechar las contradicciones de
los que mandan y porque ellos tienen por ahora la potencia real para llegar a
la gente. Y nosotros tenemos vocación de masas y no de minorías.
Por eso autodefinirse en ese terreno árido como marxista y
revolucionario ―y hasta pasar de vez en cuando las estrofas de La
Internacional― resultó poco menos que la quimera de un alienado.
Y, sobre todo, significó durante muchos años nadar contra la
corriente, dormir con el enemigo y ser sapo de otro pozo en todas partes. Y
sobrevivimos todo lo que pudimos.
De la radio judía nos echaron porque llevamos al embajador
palestino y porque en el tema de la masacre de la AMIA siempre apuntamos al
aparato del Estado, sobre todo la policía y los servicios de inteligencia,
resortes históricos del fascismo real en la Argentina, y no a los esotéricos
fundamentalistas de las lejanías que, por exigencia del imperialismo y de la
derecha judía, han sido acusados prácticamente sin pruebas. Allí llegamos a
estar tres años (1995-98), hablando de lo que hablamos siempre: de la
injusticia social, de los pobres, de la criminalidad de los sectores
hegemónicos, de la utopía socialista.
En Radio de la Ciudad, la radio oficial de esta urbe
devoradora, hicimos lo mismo durante trece años (1999-2012), denunciando las
perversiones del sistema y dándole micrófono a los de abajo.
Para ello zigzagueamos, gambeteamos, eludimos como pudimos a
los más variados gobiernos y funcionarios imbéciles y fieles al régimen. Al
final, nos tuvimos que ir, porque el detonante fue una emisión que titulamos
“Por qué Macri tiene que ir preso”. Y solo dijimos la verdad, porque Macri debe
ir preso, entre otras razones, por ser partícipe necesario del proxenetismo y
el trabajo esclavo.
Y como estamos convencidos que no hacemos periodismo
panfletario o consignista, sino que traemos la información con pelos y señales,
la denuncia les llegó hasta el fondo del alma, para no decir hasta el fondo del
caracú, porque establecimos fehacientemente los vínculos del jefe de gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con esas lacras producidas por lo peor
del capitalismo y el afán de lucro.
(Dicho sea de paso: en uno de los salones de la Legislatura,
no hace mucho, tuve la oportunidad de conducir una actividad organizada por el
diputado Alejandro Bodart, donde exhibimos una película filmada con cámara
oculta por la Fundación La Alameda y que revelaba claramente que el señor Macri
es un proxeneta que avaló la reducción a la servidumbre. Servidumbre laboral y
servidumbre sexual.)
Y a principios del 2013 logramos anclar en Radio
Cooperativa, una emisora que nació en el Obispado de Avellaneda y ahora se
encuentra inequívocamente ligada al gobierno nacional.
Varios amigos, de buena fe, gestionaron para que nuestra
presencia allí fuera posible. Para ello apareció un argumento que pareció
convincente: “Es un histórico de los derechos humanos”.
Por supuesto que acepté y agradecí, haciendo la salvedad de
que seguiría con la línea de siempre. Una línea de izquierda, si se quiere de
izquierda revolucionaria, y de denuncia de las violaciones a los derechos
humanos.
Me parece haber sido suficientemente claro en este aspecto.
Pero como suelo ser muy autocrítico, podría admitir la posibilidad de que, en
el afán de volver al aire, mi claridad no hubiera alcanzado la suficiente
potencia como para que mis interlocutores entendieran qué tipo de periodismo
hice a lo largo de los años y cuáles son las expectativas que coloca un sector
de la sociedad sobre mi tarea profesional. Y es posible que hayan supuesto que
solo iba a hablar del socialismo en el siglo XIX y solamente iba hablar de los
crímenes de Videla.
De todos modos no creo haber engañado a nadie. Ya en la
primera emisión, transmitida el 2 de marzo del 2013, participaron tres
referentes de las luchadoras más incisivas de la Argentina de nuestros días:
Myriam Bregman (CEPRODH, Centro de Profesionales por los Derechos Humanos),
María del Carmen Verdú (CORREPI, Coordinadora contra la Represión Policial e
Institucional) y Diana Kordon (Memoria, Verdad y Justicia), que en la
oportunidad, y como no podía ser de otra manera, fueron muy críticas con el
gobierno en el tema de los derechos humanos actuales.
En esa emisión inaugural, María del Carmen, apenas empezó el
programa, recibió una amenaza de muerte telefónica. Una amenaza que también
indicaba que, también en este caso, jugar con las reglas nuestras pero en el
terreno de ellos, no iba a ser nada fácil.
Y no lo resultó. Sin embargo el programa fue creciendo y,
rápidamente, dejó de ser marginal, para convertirse en uno de los espacios de
mayor audiencia de esa radio (que, habitualmente, tiene mucha audiencia) y en
una tribuna de los luchadores sociales de distintas corrientes. No obstante, y
aunque nunca nadie nos dijo nada hasta el final, empezamos a sentir lo que los
chicos llaman “mala onda”.
Y tenía lógica esa mala onda. Porque si la policía de Gildo
Insfran y la policía de Capitanich asesinaban a hermanos com, no íbamos a decir
que el gobernador de Formosa y el capo del Chaco eran buenos muchachos. Ni a
negar las más altas responsabilidades por la criminalidad policial y estatal
que a diario se viene registrando en todo el país.
Este es solo un ejemplo. Y esta es la razón verdadera del
levantamiento de “Leña al fuego” y no las distintas excusas que dieron para
justificar la exclusión violenta, abrupta e intempestiva. En este caso,
probablemente el detonante, la gota que desbordó el vaso, haya sido una emisión
que, con toda nuestra libido provocadora, titulamos “Por qué Roca sigue
matando”.
A esta altura de los acontecimientos, después de una
larguísima lucha contra todo tipo de “corpo” mediática, me resulta claro que el
propio gobierno, si formara parte de una burguesía inteligente, sería el
principal beneficiario si tuviera el tino de generar espacios pluralistas,
donde pudieran expresarse las críticas por izquierda.
Pero no solo no parece ser inteligente, sino que sus
sectores más arribistas y corruptos, algunos llegados de la derecha más
reaccionaria, lo están haciendo avanzar indefectiblemente hacia el abismo sin
retorno.
Estos dos últimos párrafos, que llegué a leer en la última
emisión de “Leña al fuego”, transmitida el 28 de diciembre pasado, generaron
algunas polémicas de este lado de la trinchera, porque algunos compañeros me
criticaron la expresión “burguesía medianamente inteligente”. Y lo hicieron
amablemente, pero en tono de reproche: “¿De qué burguesía inteligente estás
hablando? La burguesía es hija de puta y además boluda”.
Pero polémicas y conjeturas aparte, el director de Radio
Cooperativa, en el diálogo ríspido que mantuvimos en la última semana del 2013,
me dijo que con el tipo de programas que hago yo, ninguna radio importante me
iba a dar un espacio.
Y esto es absolutamente cierto. No creo que nadie me vaya a
dar ahora un espacio en los medios del sistema. Y Radio Cooperativa es un medio
del sistema, como lo son tantos otros que, lamentablemente, todavía convocan a
miles.
Pero lo que añado por mi cuenta y cargo es que me siento
bastante orgulloso del tipo de periodismo que hago y de la resonancia
alcanzada. Creo pertenecer a ese sector de luchadores del pasado que no se han
rendido ni se han dejado cooptar por el poder.
Nos echaron, nos fuimos y lo hicimos más o menos de pie.
Pero también tengo necesidad de subrayar que no deseo
exagerar la victimización. Simplemente, en un momento determinado, llenamos un
vacío y jugamos un papel. Y eso es todo.
Además agregaría que de lo sublime a lo ridículo hay un solo
paso. No es fácil soportar que te echen de todas partes. Y aunque tenga razón,
no disfruto de ello.
* Por Herman Schiller, periodista y militante por los
derechos humanos.
Martes 13 de mayo de 2014.
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