sábado, 10 de mayo de 2014

"Pejotización" no es lo mismo que "peronización": ojito


¿Por qué una nota periodística podría ser más eficaz que la propia realidad para develar la urdimbre de esta, su rumbo muchas veces confuso? Abreviando, porque la forma de manifestación y la esencia de las cosas no coinciden; porque la conciencia de la realidad es el producto de la actividad material de cada cual sobre esa realidad; porque las alienaciones ideológicas, religiosas, etcétera, son causa de falsas conciencias;  porque la realidad es florida y nos abruma con infinidad de informaciones, entre las cuales se ocultan las significativas. Y porque hay una metarrealidad de relatos sobre la realidad —que forman parte de la realidad, también—, y que compiten con ella y la suplantan en la conciencia de muchos.
Bueno: esta nota que presento sale al ruedo a competir, y vence claramente porque es rigurosa, concisa, concreta  y se apoya en hechos. ¡Así nomás!
Y una aclaración, según mi parecer: “pejotización” no es lo mismo que “peronización”: el kirchnerismo fue y es peronista, ciento por ciento. El PJ es una estructura, como la es La Cámpora. Ambas verticalistas y oportunistas, como corresponde a buenos peronistas.
Listo.

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Para los peronistas el único pecado imperdonable es el llano

La pejotización del kirchnerismo

Tras la ortodoxia económica, llegó la ortodoxia política

09.05.2014

La incorporación de buena parte de la cúpula de La Cámpora al PJ es parte de un proceso de “pejotización” funcional a Scioli.

La política es una película vertiginosa que en su gradualismo feroz a veces impide percibir la profundidad de ciertas imágenes que marcan un cambio de época. Tres años atrás el PJ estaba muerto -era la vieja política menemista-, y la nueva criatura para las próximas generaciones que proponían desde la cúpula del poder era Unidos y Organizados, el megasello de agrupaciones del kirchnerismo duro, monopolizado por La Cámpora.
Esta mañana los líderes de la agrupación de Cristina Kirchner se fundieron con soltura en la misma estructura que demonizaron durante años. La iconografía no podía ser más herética: Un congreso del PJ en el Parque Norte de Armando Cavalieri, donde se aprobaron “listas únicas” a libro cerrado, en medio de aplausos y a otra cosa. Un flashback cruel a los años dorados del menemismo.
Incluso, se podrían superponer las fotos y muchas de las caras que protagonizaron la jornada, como el flamante presidente del PJ, Eduardo Fellner o el eterno Juan Carlos Mazzón, se repetirían. Nada para avergonzarse, es lo que en países más generosos se llama continuidad institucional o tradición política.
Pero fue notable ver a destacados camporistas como Eduardo “Wado” de Pedro y José Ottavis, forcejeando lindo para aparecer frente a las cámaras junto a ese jujeño de modales mansos, exponente del más rancio pejotismo.
Pero cuidado, lejos de hablar mal de los camporistas este giro es acaso un signo de madurez política. La decisión que subyace es obvia: Olvidar los años revolucionarios, cuando tenían el monopolio del sello de calidad de pureza kirchnerista, para mestizarse en el peronismo y conseguir así, pasaporte de futuro.
Por eso, no es casual que la Casa Rosada haya elegido para protagonizar la jornada a De Pedro y Ottavis, dos de los camporistas más racionales y menos pejuiciosos; mientras el más revulsivo Andrés “El Cuervo” Larroque, quedó claramente relegado.

Porqué ganó Scioli

La foto puede llamar a engaño. El gobernador estaba sentado junto a los otros “presidenciales”, en una poco rutilante segunda fila y ni siquiera tuvo la oportunidad de hablar, como si hizo con mucha solvencia el salteño Juan Carlos Urtubey, que aprovechó que lo eligieron para presentar una moción y pícaro se despachó con un fuerte discurso político.
Scioli no tuvo protagonismo, pero acaso fue el gran beneficiado de las definiciones de fondo que se tomaron en Parque Norte. La primera fue blanquear a todos los candidatos a Presidente del oficialismo. Es decir, están todos adentro del PJ, que como en cada cambio de ciclo, vuelve a ser la casa que vuelve a cobijarlos, una vez que se terminan las fantasías de crear un nuevo movimiento “superador”. De hecho, desde la recuperación democrática, el peronismo es eso que sucede entre movimientos "superadores".
Es decir, la candidatura del oficialismo se va a definir en una primaria en la que competirán algunos de los siete “presidenciables” que hoy se sentaron juntitos para la foto. Es obvio que no todos llegarán al final del camino –de hecho hoy mismo se bajó Capitanich y por eso fue premiado con una vicepresidencia ejecutiva-.
Y ese escenario, si se miran las encuestas, es el mejor escenario posible para Scioli.
En esta columna ya habíamos anticipado que en el Gobierno se discutía si era conveniente armar una primaria para que Scioli se de el gusto de destrozar a los candidatos del kirchnerismo “puro”. Bueno, todo indica que esta discusión se saldó por el lado más inesperado: Ya no hay kirchneristas “puros”, al menos en la Rosada.
La nueva raza son los camporistas en tránsito acelerado a la peronización y en consecuencia, el candidato más adecuado es el que está en mejores condiciones de garantizar el triunfo electoral. Es decir, la permanencia en el poder, aunque en la nueva etapa signifique pasar del centro a la periferia. Nada nuevo, se sabe que para los peronistas el único pecado imperdonable es el llano.
“Vamos a una primaria de todos nuestros candidatos”, le dijo a LPO un hombre de diálogo frecuente con Cristina Kirchner.
“¿Pero eso no es funcional a Scioli?”, preguntó este cronista.
“Puede ser, pero si Scioli gana la primaria va a salir fortalecido y eso significa que el Frente para la Victoria va a tener un candidato más robusto. Y después de todo, Scioli está con nosotros desde el primer momento”, concluyó.
El diálogo ocurrió a principios de la semana. Esta mañana en Parque Norte lo que se vivió fue la consagración de esa decisión, que obviamente tiene que ser una decisión de Cristina. Acaso, así como con la crisis del dólar llegó la hora de la ortodoxia económica, con la inevitable pérdida de poder del final de ciclo, haya llegado la hora del regreso a la ortodoxia peronista.


[Los destacados son míos.] 
 

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