jueves, 27 de febrero de 2014

La educación argentina es "desastroza"


El resultado en las pruebas PISA es apenas un síntoma: lo importante es la enfermedad.
¿Qué tiene que saber un redactor de una agencia de noticias? Escribir, obvio. Y, sin embargo, uno que trabaja nada menos que en la agencia nacional es un iletrado.
La orden que emana de las autoridades del sistema educacional es que haya muchos egresados, que no haya repitencia ni deserción. Al que se incorpora al sistema le dan un certificado a fin de año, sí o sí. Lo que quieren es componer vistosas estadísticas para que la presidenta engole la voz recitando números que no significan nada.
Que no se diga que ello sucede en los niveles inferiores, para sacar a los chicos de las calles. Esto se reproduce también en los superiores, porque hay universidades —como la de Florencio Varela o la de La Matanza— cuyo nivel es paupérrimo: de allí únicamente sale sabiendo el alumno que por las suyas se impone aprender (igual que en los otros ciclos).
Ojito: si la gente está mal formada esto se refleja en la tarea que hace. Y eso lo sufrimos todos: la chapucería es el rasgo que caracteriza lo que recibimos en nuestro intercambio diario, sobre todo en el sector servicios.
Y eso suma malestar al descontento inherente a nuestro sistema social.
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