El resultado en las pruebas PISA es apenas un síntoma:
lo importante es la enfermedad.
¿Qué tiene que saber un redactor de una agencia de
noticias? Escribir, obvio. Y, sin embargo, uno que trabaja nada menos que en la
agencia nacional es un iletrado.
La orden que
emana de las autoridades del sistema educacional es que haya muchos egresados, que no
haya repitencia ni deserción. Al que se incorpora al sistema le dan un
certificado a fin de año, sí o sí. Lo que quieren es componer vistosas estadísticas para que la presidenta engole la voz recitando números que no significan nada.
Que no se diga
que ello sucede en los niveles inferiores, para sacar a los
chicos de las calles. Esto se reproduce también en los superiores, porque
hay universidades —como la de Florencio Varela o la de La Matanza— cuyo nivel
es paupérrimo: de allí únicamente sale sabiendo el alumno que por las suyas se impone
aprender (igual que en los otros ciclos).
Ojito: si la
gente está mal formada esto se refleja en la tarea que hace. Y eso lo
sufrimos todos: la chapucería es el rasgo que caracteriza lo que recibimos
en nuestro intercambio diario, sobre todo en el sector servicios.
Y eso suma
malestar al descontento inherente a nuestro sistema social.
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