De casa al trabajo, y del trabajo al macartismo
El macartismo será serio, o no será.
Alfred Big.
Sabemos que Evita prometió,
“virilmente”, no dejar en pie ningún ladrillo que no sea macartista. Ella no
dijo “macartista”, sino “peronista”, pero quien conoce el origen, los fines y
la trayectoria del peronismo sabe que ambas palabras son inseparables. No dije
intercambiables —aunque ganas no me faltaron— porque el peronismo es otras
cosas más, aparte de macartista.
En su última nota, cuyo principio
reproduzco, Alfredo Grande se refiere al macartismo: al delirante,
específicamente. Que está mal: nos contamina de desproporción, de anomalía.
Pero si hay un macartismo delirante habrá, ¡seguro que sí!, un macartismo juicioso,
serio. Un macartismo ejercido en su medida y armoniosamente. En efecto, Grande
nos ha recordado muchas veces la existencia del legado, donde, ¡quién
puede ignorar la omnipresencia del macartismo! (pero del bueno).
Pero el tema de estas líneas no
es ese, sino la mala fe. La mala fe de Grande. Porque el facsímil que copio a
continuación, luego de los aforismos tiene una parte encomillada que
empieza en “La derecha...” y termina en “...Perosio.”. Y,
pegadito, lo que parece la firma de ese texto: “Psicólogos...”,
etcétera. Veamos:
Grande reproduce
parcialmente una nota de pepe.free*, sin indicarlo, y la corta cuando este inserta la lista de los
psicólogos y estudiantes de psicología víctimas del terrorismo de Estado. En el
original, pepe.free deja un blanco entre “...Perosio.” y el título de la
lista, espacio que Grande suprime con resultado paradójico: los asesinados
aparecen como firmantes del relato de su propio exterminio. Lo cual no es algo
que ni a Grande ni a sus lectores y divulgadores quite el sueño. ¿Dónde están
los que leen y piensan y meditan sobre lo que están leyendo? No hay. No me
quedaron. No me vino el proveedor. Dése una vueltita la semana que viene.
Lo que es motivo de conjetura, es
por qué Grande produjo esas mutilaciones intencionadas. Sospecho que es porque
pepe.free y www.elortiba.org,
de donde pepe sacó los datos, son sitios furiosamente kirchneristas, y
Grande no quiso quedar pegado a ellos porque trabaja ya en el próximo reciclamiento
del peronismo.
Pero una cosa es Grande, y otra
sus lectores: son las 19.50 del viernes 27 de julio; ha pasado casi un día y
medio de la publicación de “Manicomios...” y ninguno observa sus
inconsistencias: así se lee.
Y no en la
Argentina, solamente. Pocos leen para intranquilizarse, para problematizarse,
para pensar cómo hacemos para cambiar. La mayoría quiere sumirse en el arrorró
de las palabras que confirmen sus prejuicios.
Grande no
escribe para los que quieren saber, sino para los que anhelan mecerse en
líquido amniótico.
Y lo logra: satisfacción garantizada o le
devolvemos su dinero.
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