martes, 27 de marzo de 2012

Casciari. Solo para argentos

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Vivíamos en el mejor de los mundos. Bueno, no yo, que padezco mi duro exilio en España desde hace doce años, pero sí los argentinos. Porque la Argentina es, en términos culturales, un ejemplo para España y para el mundo. Pero yo, que no soy carpintero, ni mecánico, ni odontólogo; yo, pese a desenvolverme en el ámbito literario, hace doce años decidí abandonar esa meca cultural, y vegetar acá, entre gallegos rústicos. Simplemente —antes de que me lo pregunten— porque soy masoquista.
Dije que vivíamos en el mejor de los mundos, no sé si se acuerdan. “Vivíamos”, tiempo pasado: todo eso se acabó. Me he quedado sin palabras, sin respuestas. ¿Por qué? Porque en la Argentina han puesto trabas al ingreso de libros y revistas extranjeros. Que si vamos al caso, no nos son imprescindibles, porque nuestras universidades, nuestro cine y teatro, nuestros científicos, escritores y humoristas le pasan el trapo a cualquiera. ¿Qué me aqueja, entonces?: si quiere NO enterarse, si quiere leer un concentrado de mistificaciones, contradicciones y mezcolanzas, entre aquí:


La que antecede podría ser la mejor introducción para el texto del blog de Casciari “#LiberenLosLibros”. Que por supuesto, dadas sus casi infinitas malversaciones, ha tenido un previsible y arrasador éxito entre nosotros, los que vivimos en la Argentina.
El tema del texto es el enojo que le produce al autor que los gallegos lo atosiguen “cuando nos pasa algo choto”. ¿Leyó bien?: son solo cinco palabras, cortitas y simples. Y sin embargo, ya ahí, metió el grueso de su contrabando. Primero, no “nos pasa”, si es él quien lo suscribe. Nos pasa, sí, a nosotros, los que vivimos, trabajamos, luchamos, padecemos y disfrutamos acá. No a él, que hace doce años eligió vivir en otro país.
Para descubrir el segundo contrabando oculto en esas cinco inocentes palabritas tenemos que ir a las preguntas que le hacen los gallegos resentidos “cuando nos pasa [a nosotros, no a Casciari] algo choto”.
Veamos algunas:

—¿Por qué tal o cual político, después de haber robado tanto, es otra vez candidato?
—¿Por qué si antes teníais una red ferroviaria tan así, ahora vuestros trenes son tan asá?
—¿Por qué si sois un país tan rico os ocurre tal o cual desgracia?

De cierto de cierto os digo que esas preguntas no debieran molestarnos, porque todo argentino honesto (vos, Casciari, quedate piola) tendría que formulárselas continua, tenazmente, sin necesidad de que se las recordara un gallego envidioso de nuestra superioridad.
Con una salvedad, y aquí voy al segundo contrabando: en las cinco palabritas dice “nos pasa”, y lo refuerza en la última pregunta con la expresión “os ocurre”. Pero nuestros males no son sucesos puntuales, calamidades que “pasan”, sino, por el contrario, situaciones que permanecen: es a causa de estas que nos suceden las catástrofes que se apoderan de las primeras planas de los diarios, y que son infinitamente menos graves que las que no hacen ruido y ya forman parte de nuestra condición crónica.
El hambre de buena parte de los argentinos en un país que produce alimentos para cuatrocientos millones no es una desgracia que nos ocurre: no es un incidente, una contingencia. Es un estado, un atributo del país que hemos sabido construir, ¡tan cultos, nosotros!
Si uno de esos gallegos rencorosos nos preguntara a nosotros (no a Casciari) por la corrupción, la exclusión, las villas miseria, ¿le contestaríamos “bueee, pero nosotros vemos las películas en versión original subtitulada”? 
“A los españoles les encanta cuando nos pasa algo choto”, se queja Casciari. No nos pasa algo choto: vivimos revolcados en la chotez.
Por ejemplo: no nos pasó un “choto” accidente en un sistema ferroviario que funciona como un Stradivarius, sino en unos trenes sobre los cuales la catástrofe pende como una amenaza todo el tiempo y donde la gente viaja peor que animales.
Vamos ahora a lo más secundario, que sin embargo Casciari identifica como el cataclismo que ha venido a destruir el paraíso en que vivíamos. Si nosotros “escupimos científicos como España escupe toreros”, la ciencia argentina debe de estar a la vanguardia en el mundo, ¿verdad? Entonces, si somos un faro cultural y científico del mundo, como afirma, no debe de ser tan grave para nosotros quedarnos sin publicaciones extranjeras, como lo sería para los gallegos, que hacen “preguntas de mierda sobre coyuntura”, ¿digo bien?
No hay irracionalidad de la cual se prive Casciari (¡pillín, quiso asegurarse el éxito!), pero sería muy largo desmontarlas a todas, así que cierro con esta:
“A cada pregunta de mierda sobre coyuntura, sobre inseguridad, sobre ausencia de reglas de juego, les digo Quino, les contesto Milstein, les retruco Bioy Casares, que es mi forma de decirles calláte gallego”.
(Pero yo vivo en España desde hace doce años.)
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