domingo, 22 de enero de 2012

¿Boudou? Lo veo difícil

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 He asistido con estupor durante todos estos días de enfermedad y convalecencia de cfk a las manifestaciones de temor acerca de su alejamiento definitivo, ¡formuladas por ásperos críticos del kirchnerismo! Ahora, para más, circula por internet este fotomontaje que resume esa idea con palabras, más la elocuencia de la imagen. El producto intenta trazar un paralelismo entre la presidenta y el comandante del “Costa Concordia”, el capitán Schettino. Ambos han abandonado sus naves, y su retorno es necesario, se interpreta.

Por varios motivos no comparto ni el paralelismo que da por establecido el autor, ni su evidente acuerdo con el pedido de que la señora Fernández retome el timón de la nave.

Primero, porque tengo una opinión muy desfavorable de su desempeño (por supuesto, desde mi posición de ciudadano laburante). Y, sobre todo, por la convicción de que nadie podría hacerlo peor. No por falta de ganas, se entiende, sino por carencia de posibilidades y de medios.

¿A qué me refiero?: en todas las circunstancias en que el peronismo ha ocupado el gobierno lo ha hecho para reacomodar en forma estable los intereses económicos desajustados a causa de una crisis. Eso, previo organizar, dentro del mismo peronismo, a los personeros de esos distintos intereses en pugna. Pero no es “el peronismo”, en abstracto, sino el jefe quien logra encolumnar toda la tropa, o casi toda, detrás de un proyecto común al cual las huestes le reconocen el máximo beneficio, preservando la gobernabilidad. A lo anterior lo llamaré “proposición 1”.

Eso es Cristina hoy: el máximo común divisor, digamos. Se podría aspirar a mayores réditos sectoriales, parciales, pero ya no serían comunes. Habría quienes quedarían afuera, causando problemas.

El fotomontaje: las palabras

Es el momento de volver a la leyenda de la imagen: “El país se hunde... Cristina, ¿adónde va? ¡¡Vuelva a bordo, carajo!!”, alocución que debemos considerar como un todo interrelacionado.

Empecemos por la orden final: “¡¡Vuelva a bordo, carajo!!”. ¿quién podría dirigirse así a la presidenta? No por supuesto, los indefensos, los desvalidos que están con el agua al cuello y necesitan las migajas que le arroja el oficialismo para sobrevivir. Esos no imponen: imploran. Recordemos cuando Perón amenazaba con renunciar, en sus primeras presidencias: la gente reunida en la Plaza clamaba porque se quedara, no le decía “vos quedate ahí y no empecés con senilidades”.

¿Quién, entonces, es capaz de darle órdenes a la presidenta con tanto imperio y autoridad? Para empezar, convengamos en que es alguien a quien le conviene que ella se quede, y que no cree que cualquiera sea lo mismo; que lo esencial no depende simplemente de que haya un presidente (en cuyo caso bien podría ser aquel a quien le corresponde dentro de la sucesión presidencial constitucionalmente ordenada).

Entonces, es gente que a) actualmente le va bien; b) no cree que Boudou encarne el tipo de jefatura que definí en la proposición 1, y c) tiene a cfk en condición de subordinada.

Bueno, ¿y quiénes son esos? Para saberlo debemos retornar al comienzo de la leyenda: “El país se hunde”. Claramente, el sector de la opinión que integro no se expresa en términos de “país”, sino de personas. A nosotros nos interesa la gente de Famatina y de Belén, los trabajadores, los excluidos, los pueblos indígenas, los jubilados: los que menos tienen, las víctimas del sistema que la pasan muy mal e incluso han aumentado su número en estos años en que “el país” tenía viento de cola. Y conste que dije “el sector de la opinión que integro”, y no “el sector social”, pues en mi sector social la mayoría aún tiene una posición antagónica a la mía. Peor para todos.

Entonces, esos que hablan en nombre de “el país” es porque lo necesitan como garantía de sus negocios, y a cfk como gerenta prorrateadora de prebendas.

¿Boudou presidente?

Hay quienes manifiestan su temor para el caso de que el hombre de Ucedé y el UCEMA quedara a cargo de la presidencia (¡como si pudiera haber una derecha más eficaz que el propio peronismo, repito!). Pero Boudou no pinta para ser el próximo jefe, por eso no creo que si la presidenta renunciara o se viera impedida de seguir en funciones el vice fuera su sucesor. Y esta es la proposición 2.

Quienes creen que Boudou es número puesto es porque no miran la realidad cara a cara y porque desconocen la historia: Boudou está ahí por parecidas razones a las que tuvo Perón para poner de vice a Isabelita: para no desequilibrar su armado ya de entrada, al favorecer a alguno de los sectores con pretensiones de heredarlo.

No es que Boudou no tenga pretensiones; no quiero decir eso, sino que por el momento, al menos, no tiene en qué sustentarlas dentro del peronismo: ni dispone de una estructura poderosa, ni disfruta de portación de apellido, ni es prenda de unidad.

¿Cuál es el cuadro de situación actual?: Cristina se mueve en el papel que le ha tocado como pez en el agua: come y deja comer. Eso lo logra porque tiene el aparato en un puño, que no sería el caso de Aimé. Él, débil, tendería a sobreactuar al saberse observado y juzgado: iría dando bandazos hasta el desgaste y el desequilibrio. Pocos desean eso (yo soy uno).

Pero creo que no sucederá, porque los peronistas solo piensan en defraudarme. Lo más probable es que si la presidenta renunciara, sufriera inhabilidad permanente o muriera, Boudou sería aconsejado sobre ir a esquiar a Aspen con unos billetitos en el bolsillo. Y se articularían los mecanismos previstos en el artículo 88 CN y en la ley 25.716 de acefalía presidencial, que estipulan que el presidente provisional del Senado (Rojkés, en este caso) asumiría hasta tanto la Asamblea Legislativa eligiera nuevo presidente para completar el período: excelente mecanismo para barajar y dar de nuevo, aunque no sería sin sobresaltos.

Algo así ya pasó: en el ’73 renunció Cámpora, Solano Lima no quiso ser menos y el presidente provisional del Senado, Díaz Bialet, manifestó un súbito interés por viajar al exterior, por lo cual asumió el presidente de Diputados, Lastiri, yerno de López Rega.

Yo, que no creo que haya nada peor que un peronismo fuerte y unificado, si junto las proposiciones 1 y 2 veo que no se conjugan para que me dé el gusto de ver al rockero-esquiador como presidente. O sea, corre solo por nuestra cuenta el abrir fisuras en el macizo bloque de opresión y represión que nos prometen los próximos cuatro años.
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