“La espiritualidad, sea cristiana, judía, musulmana o evangélica, existe más allá de todo en el corazón de los pueblos. El marxismo duro que le atribuía cualidades opiómanas terminó convertido en una teología tanto o más soporífera que la que criticaba. Y hasta Einstein reconoció que cada vez que la ciencia abría una puerta, detrás de ella aparecía Dios.”
Este párrafo está copiado del editorial de hoy de “Tiempo Argentino”*. Como no podía ser de otro modo, un compendio de falacias y adulteraciones. Vamos a examinar solo las que están contenidas en las anteriores líneas.
El editorial usa la vieja treta de igualar espiritualidad con religiosidad, y circunscribirla a las supersticiones monoteístas: como que no la hay fuera de esos dogmas.
Eso es pura prestidigitación, porque propiamente espiritual es lo intelectual y lo que corresponde a las funciones superiores de la vida anímica: amor, arte, moral, conocimiento.
Dice a continuación que es el “marxismo duro” el que le atribuía a la religión cualidades opiómanas. Para empezar, solo las personas son opiómanas, o sea adictas al opio. Las cualidades podrán ser opiáceas, o narcóticas. Y bien: no es el “marxismo duro” el que lo dijo, sino el señor Carlos Marx —duro o blando— y, que se sepa, no se desdijo, sino que se ratificó cada vez que tuvo oportunidad. Por lo tanto, no le “atribuía”, sino que le atribuye y le atribuirá, mal que le pese a “Tiempo Argentino”.
Finalmente, apela a Einstein: “...hasta Einstein...”. Pero Einstein no es un non plus ultra ni en esa ni en otras esferas de la sabiduría humana, sino un portentoso científico “trepado a hombros de gigantes”, como dijo Newton de sí mismo (copiando a Bernardo de Chartres, quien lo precedió en cinco siglos).
Desde la Antigüedad hasta ahora son muchos los científicos admirables que, cada uno en su época, han impulsado avances extraordinarios. No todos les propusieron a sus gobiernos la construcción de la bomba atómica, ni todos tuvieron mezquinas y escabrosas relaciones con sus parejas, como Einstein. Pero, eso sí, muchos profesaron una creencia sobrenatural, y otros, no. Porque eso no depende del conocimiento científico ni del raciocinio, sino de factores emocionales.
Por eso en términos espirituales (bien aplicada la palabra, en este caso) tengo otros héroes, y no van a ser los amanuenses y arribistas de “Tiempo Argentino”, ¡justamente!, los que me van a indicar el camino correcto.
¡Antes larguen el queso, tinterillos, para que podamos empezar a hablar!
*http://tiempo.infonews.com/notas/madre-de-las-madres
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desmembrando la perversidad.
ResponderEliminarbuena denuncia.
la mención de la moral en la espiritualidad no llego a comprender.