Mariano Ferreyra: no hay consuelo.
Es un tiempo de mentira, de infamia. A los explotados nos idiotizan para que no acertemos la mano con la herida. Hoy más que nunca necesitamos la furia, pero, sobre todo, la idea. (¡Gracias, Machado!)
La información sobre el asesinato de Mariano Ferreyra emitida ayer a la mañana por las radios AM arrojó varias comprobaciones y una sorpresa.
La sorpresa estuvo a cargo de la audición de Magdalena Ruiz Guiñazú por Radio Continental, de 6 a 9: presentó un informe amplísimo, con muy buena caracterización acerca de cuáles eran las aristas laborales, gremiales, empresariales y policiales del tema, con muchos testimonios de participantes de la marcha atacada y reportajes a dirigentes del PO. Con la activa participación de María O’Donnell, Ruiz Guiñazú —a quien he criticado como se merece— esta vez se ganó mi aprobación total.
En la misma ubicación del dial la siguió Víctor Hugo Morales, quien lo primero que puso al aire, casi sin saludar, fue la voz de su patrón, Aníbal Fernández, a quien sólo interrumpió para tirarle algunos medidos centros. El jefe de gabinete se paseó por la cornisa de un modo tal que con un soplido se habría caído, como cuando pontificaba —él, el responsable de los asesinatos de Kostecki y Santillán— que había que ir tras los responsables políticos de quienes dispararon contra la pacífica marcha.
El Orákulo de Cardona no tiene límites
Pero lo que siguió, por boca de VHM, ratifica por qué aspira el podio en el ránking de los repulsivos. A las 9.15, apenas terminado el discurso de su jefe, se refirió al asesinato a mansalva como “estos enfrentamientos que se dan entre trabajadores tercerizados y los que por estar en blanco se sienten más al abrigo” y “cuidan la condición que han alcanzado”. Luego entrevistó a un capo de Télam que estaba en el congreso de agencias de Bariloche, con la misma actitud servil que a Fernández, y a las 9.29 revalidó su interpretación del crimen de Barracas al hablar de “este luctuoso episodio originado entre obreros, entre trabajadores”. Así: “entre obreros, entre trabajadores”: no pude seguir escuchándolo, créanme.
A las 10 empezó “El Patio Trasero” en la radio de Hebe. Admito que yo ya venía grogui a causa de “La Mañana” de VHM, pero lo poco que escuché me mandó enseguida a la lona por toda la cuenta. Héctor Sánchez, el conductor, comenzó tratando de inculpar a Duhalde en la emboscada de Barracas, sugiriendo con astucia “¿por qué dice que no se reunió con Pedraza, por qué se defiende si nadie lo acusó de nada?”, olvidando la maniobra de Martín García en Télam, que difundió esa noticia (falsa) a todos los medios suscriptores de la agencia del gobierno.
Como además de a Sánchez había que soportar a la locutora, que encuentra dificultades insalvables en pronunciar las palabras más corrientes (“rempresentante”, dice, por ejemplo), puse el dial en Radio Rivadavia.
Mal hecho, eso es buscarse rabiosamente el ACV.
Fabián Gianola, un peronista puro
El simpático señor Gianola, “peronista de corazón” confeso, comparte su espacio con Jonathan (o como se escriba) Viale. Cómo será la cosa que éste, al lado de aquél, parece un individuo racional e, incluso, decente. Así, respecto de la patoteada asesina, Viale intentaba darle un encuadre político, tropezando una y otra vez con las interrupciones de Gianola quien lo contradecía diciendo que “todo es por la plata”, que unos y otros lo que quieren “es la guita”, que en este caso, como en la disputa de los trabajadores del subte con la UTA, todos “van detrás de la caja”. Viale intentaba decir, muy malamente (porque un discurso como el de Gianola pone el tema en un plano tan primitivo que comprendo que desarticule la construcción de una explicación racional), que también se jugaban en el tema diferencias ideológicas, de concepción de la práctica gremial, etcétera.
Gianola clausuró el tema así: “Vos sos muy pibe, tenés veinticinco años, creés todavía muchas cosas. Yo soy grande, soy un hombre casado, y te digo: todo es por el dinero”.
Ya saben: Mariano Ferreyra murió a causa de su desmedida ambición de dinero.
¡Cómo estamos, hoy!, ¿eh?
¡Qué gran verdad la del dicho que afirma que “el ladrón piensa que todos son de su misma condición! Pero aparte de desnudar las miserias personales y políticas de los que están con un micrófono delante en las mañanas de la radio, hay que tomar nota de a qué están expuestos los oyentes; qué puede esperarse de sus actitudes políticas si esta es la “información” que reciben. Conclusión: la batalla de las ideas tiene una importancia esencial, y si la descuidamos pensando sólo en el combate en el terreno material, en el de la organización y la acumulación de fuerzas, también perderemos en éste. Como nos advertía Malcolm X: “Si no andan prevenidos, los medios de comunicación los llevarán a odiar a los oprimidos y a amar a los opresores”.
La sorpresa estuvo a cargo de la audición de Magdalena Ruiz Guiñazú por Radio Continental, de 6 a 9: presentó un informe amplísimo, con muy buena caracterización acerca de cuáles eran las aristas laborales, gremiales, empresariales y policiales del tema, con muchos testimonios de participantes de la marcha atacada y reportajes a dirigentes del PO. Con la activa participación de María O’Donnell, Ruiz Guiñazú —a quien he criticado como se merece— esta vez se ganó mi aprobación total.
En la misma ubicación del dial la siguió Víctor Hugo Morales, quien lo primero que puso al aire, casi sin saludar, fue la voz de su patrón, Aníbal Fernández, a quien sólo interrumpió para tirarle algunos medidos centros. El jefe de gabinete se paseó por la cornisa de un modo tal que con un soplido se habría caído, como cuando pontificaba —él, el responsable de los asesinatos de Kostecki y Santillán— que había que ir tras los responsables políticos de quienes dispararon contra la pacífica marcha.
El Orákulo de Cardona no tiene límites
Pero lo que siguió, por boca de VHM, ratifica por qué aspira el podio en el ránking de los repulsivos. A las 9.15, apenas terminado el discurso de su jefe, se refirió al asesinato a mansalva como “estos enfrentamientos que se dan entre trabajadores tercerizados y los que por estar en blanco se sienten más al abrigo” y “cuidan la condición que han alcanzado”. Luego entrevistó a un capo de Télam que estaba en el congreso de agencias de Bariloche, con la misma actitud servil que a Fernández, y a las 9.29 revalidó su interpretación del crimen de Barracas al hablar de “este luctuoso episodio originado entre obreros, entre trabajadores”. Así: “entre obreros, entre trabajadores”: no pude seguir escuchándolo, créanme.
A las 10 empezó “El Patio Trasero” en la radio de Hebe. Admito que yo ya venía grogui a causa de “La Mañana” de VHM, pero lo poco que escuché me mandó enseguida a la lona por toda la cuenta. Héctor Sánchez, el conductor, comenzó tratando de inculpar a Duhalde en la emboscada de Barracas, sugiriendo con astucia “¿por qué dice que no se reunió con Pedraza, por qué se defiende si nadie lo acusó de nada?”, olvidando la maniobra de Martín García en Télam, que difundió esa noticia (falsa) a todos los medios suscriptores de la agencia del gobierno.
Como además de a Sánchez había que soportar a la locutora, que encuentra dificultades insalvables en pronunciar las palabras más corrientes (“rempresentante”, dice, por ejemplo), puse el dial en Radio Rivadavia.
Mal hecho, eso es buscarse rabiosamente el ACV.
Fabián Gianola, un peronista puro
El simpático señor Gianola, “peronista de corazón” confeso, comparte su espacio con Jonathan (o como se escriba) Viale. Cómo será la cosa que éste, al lado de aquél, parece un individuo racional e, incluso, decente. Así, respecto de la patoteada asesina, Viale intentaba darle un encuadre político, tropezando una y otra vez con las interrupciones de Gianola quien lo contradecía diciendo que “todo es por la plata”, que unos y otros lo que quieren “es la guita”, que en este caso, como en la disputa de los trabajadores del subte con la UTA, todos “van detrás de la caja”. Viale intentaba decir, muy malamente (porque un discurso como el de Gianola pone el tema en un plano tan primitivo que comprendo que desarticule la construcción de una explicación racional), que también se jugaban en el tema diferencias ideológicas, de concepción de la práctica gremial, etcétera.
Gianola clausuró el tema así: “Vos sos muy pibe, tenés veinticinco años, creés todavía muchas cosas. Yo soy grande, soy un hombre casado, y te digo: todo es por el dinero”.
Ya saben: Mariano Ferreyra murió a causa de su desmedida ambición de dinero.
¡Cómo estamos, hoy!, ¿eh?
¡Qué gran verdad la del dicho que afirma que “el ladrón piensa que todos son de su misma condición! Pero aparte de desnudar las miserias personales y políticas de los que están con un micrófono delante en las mañanas de la radio, hay que tomar nota de a qué están expuestos los oyentes; qué puede esperarse de sus actitudes políticas si esta es la “información” que reciben. Conclusión: la batalla de las ideas tiene una importancia esencial, y si la descuidamos pensando sólo en el combate en el terreno material, en el de la organización y la acumulación de fuerzas, también perderemos en éste. Como nos advertía Malcolm X: “Si no andan prevenidos, los medios de comunicación los llevarán a odiar a los oprimidos y a amar a los opresores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario