lunes, 30 de noviembre de 2009

La calandria

En la manzana que tengo frente a mi ventana, incrustada entre edificios de departamentos, hay una casa pituca, con un cuidado jardín al fondo. En el jardín hay unos pocos arbolitos, las consabidas plantas ornamentales y un frondoso pino. Y una calandria. La calandria, en esta época, se hace oír desde las cuatro de la mañana. Es fama que estos pájaros imitan el canto de otros pájaros, las voces de personas y los sonidos de su entorno. Pero esta inocente ave no tiene pájaros en el barrio cuyo reclamo pueda imitar, y a las cuatro de la mañana no hay, tampoco, otros sonidos. Se dirá que mi vecinita podría imitar el silencio, que mal no vendría a esa hora. Pero no: si pasa un colectivo, gracias a la calandria es como si volviera a pasar cuatro o cinco veces más.

La cosa se complica cuando hay tormenta: a los truenos me refiero. Entonces la calandria se afirma en la rama y empieza:


¡CHTRSTK GRRBOBOOOMM BOROM BOOOM BOM!

Le sale bien, pero queda exhausta, animalito 'e dios.

¡Gracias, San Antonio, por los dones concedidos!

Concordia, otra vez en la noticia. Ahora, las inundaciones. Siempre, mortalidad infantil, subalimentación, desocupación, exclusión, contaminación: familias que habitan sobre basurales, para las cuales la salud es una quimera. Todo perpetuado por el clientelismo más desaforado.

Sebastián Pittavino (Revista Panza Verde) escribía que, al cumplirse el último aniversario de San Antonio, patrono de la ciudad, el padre Johanas, de la catedral San Antonio de Padua, comentó:

"Todos los años, la memoria, la Fiesta de San Antonio, nos hace recordar que no estamos desprotegidos, que tenemos un Santo Patrono, al que por ahí le damos poca bolilla, poca importancia, pero que cuando valoramos su vida, nos damos cuenta que Concordia puede estar tranquila con este hombre extraordinario que Dios ha regalado a toda la humanidad".

Concordia puede estar tranquila. Y agradecida.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Picolotti sufrió un ataque de memoria

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La ex secretaria de Ambiente Romina Picolotti testificó ante el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes del Parlamento canadiense, como parte de los debates del proyecto de ley con el que Ottawa busca ejercer un mayor control sobre las multinacionales canadienses que poseen minas en países en desarrollo. Durante su declaración, la ex secretaria, que ocupó el cargo de 2006 a 2008, dijo: “Yo y mi personal más cercano fuimos amenazados personal y físicamente tras nuestra intervención en el tema minero. Mis hijos fueron amenazados”. El objetivo de las amenazas —según Picolotti— era impedirle endurecer las normas medioambientales referentes a la explotación minera.
De Picolotti recuerdo su bochornosa huida para no enfrentar a los ambientalistas de La Rioja; los convenios de "colaboración para el desarrollo sostenible" con el secretario de minería Jorge Mayoral, que avalan la contaminación, y sus agachadas en el caso de la pastera Botnia, entre otras notorias claudicaciones de su cometido en Ambiente y Desarrollo Sustentable.
Lo que no recuerdo es su denuncia ante la Justicia, en su momento, de un hecho de tan extrema gravedad como las amenazas físicas a un funcionario y su familia para que no cumpla con las tareas para las cuales se comprometió bajo juramento.
Ella, que como secretaria fue funcional a los depredadores y contaminadores, ahora, en el llano, quiere reconvertirse en campeona —y mártir— de los ambientalistas.
A eso se llama querer caer siempre parada.

viernes, 13 de noviembre de 2009

"La Noche de los Museos"

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Otro invento para enajenados
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Tenemos a nuestro alcance, y gratis o por pocas monedas, placeres y satisfacciones sumamente gratificantes: por ejemplo, "La Noche de los Museos". ¡Qué agradable e interesante es no ir a los museos esa noche!
Ya sabés: a los museos, cualquier día, menos "La Noche de los Museos".