miércoles, 14 de enero de 2009

¿Amazonia internacional?

Hace un tiempo un profesional conocido mío me reenvió un correo, aparentemente originado en la Policía Federal, en el cual se informaba que ante el caso de que alguien fuera secuestrado y obligado a recorrer cajeros para retirar efectivo, se podía teclear la clave al revés (por ejemplo, en lugar de 1234, insertar 4321), y que entonces el cajero entregaba igualmente el dinero, pero se emitía un mensaje al Comando Radioeléctrico, el cual enviaría sus móviles inmediatamente al lugar.
Podía ser, ¿por qué no? Pero, entre otros detalles que no cerraban, estaba el hecho de que la policía diera a conocer ese procedimiento mediante correos electrónicos al voleo, en lugar de dar información pública institucional, por sí, y por los bancos mediante sus resúmenes y comunicaciones a los clientes.
Por eso, acudí a la fuente: la policía, por intermedio de la división respectiva, negó de plano la existencia de ese sistema. Fíjense qué peligroso podría ser que alguien creyera esto sin reflexionar ni averiguar, y le tocara estar en esa terrible situación: si hiciera lo que indicaba el correo, y repitiera quizás el intento, pensando que quizás antes había digitado mal, y el dinero no saliera, ocasionaría que quienes lo amenazaran pensaran en una treta, o una demora deliberada, se pusieran aún más nerviosos y violentos (de lo que está de por sí un asaltante armado, que se juega cosas muy serias), causando por esa razón que el perjuicio fuera más grave que perder una suma de dinero.
Lo que quiero decir con ese ejemplo es que creer en cosas burdas y no tener criterio para advertir sus errores e inconsistencias es siempre dañino, se paga caro y si encima propagamos esas falsedades a nuestros familiares, amigos y conocidos, los estamos entonteciendo y poniendo en riesgo.
Esto es lo que pensé cuando recibí ayer, por quinta o sexta vez en mi vida, el texto sobre la Amazonia. Un invento estúpido, pergeñado por alguien no respetable ni intelectual ni políticamente, que no sabe nada de geografía, ni de libros, ni de castellano. Ni de inglés, tampoco, porque la supuesta página del falso libro de geografía está escrita en un inglés tan macarrónico como su traducción a nuestro idioma.
No voy a consignar aquí todas las inexactitudes e incongruencias que anuncian a gritos la falsedad de ese engendro: las personas honestas pueden buscar en internet el abundantísimo material referente a este fraude, donde además aparecen los desmentidos acerca de la existencia de tal libro emitidos por el propio gobierno brasileño.

¿Qué se gana con inventar, y tan mal?

También en internet se encuentran reflexiones acerca del daño que producimos al hacernos eco de estas patrañas. Pero yo voy a agregar algunas propias: por cosas como ésta, las personas desinformadas o que no tienen una posición firme respecto de Estados Unidos bien podrían reaccionar ante esas supercherías dolosas diciendo “estos que atacan a ese gran país son mentirosos y estúpidos: nunca les voy a creer nada”. Es más, visto así, hasta podría ser que tales acusaciones incompetentes fueran promovidas precisamente por los gobiernos de USA con el fin de desacreditar a quienes cuestionamos sus políticas.
Porque, sin duda, hay mucho para criticar sin necesidad de andar inventando. Leemos en un informe serio: “El gasto militar de EE.UU. equivale al PIB de 90% de los países más pobres y representa casi el 46% de los gastos militares (2006) a nivel mundial. Su proyecto destructor lo hace responsable del 80% de las emisiones de dióxido de carbono, originadas, entre otras causas, por un parque vehicular de 1,5 automóviles por habitante” [y no sólo autos: cruceros, lanchas, aviones y avionetas, tractorcitos para cortar el pasto del jardín, etc.].
¿Hace falta levantar falsas acusaciones contra un país que arrojó bombas atómicas sobre ciudades indefensas; que ha asesinado a tres millones de vietnamitas para sostener un régimen lacayo corrupto, y les bañó el país con agente naranja, producto cancerígeno y teratogénico; que ha invadido República Dominicana, Panamá, Granada, Iraq, Afganistán; que usa, por sí o por manos cómplices uranio empobrecido en sus bombas y proyectiles contra pueblos con quienes practica un genocidio subrepticio a largo plazo? (En la potencia imperial que comete esos crímenes, anoto de paso, la Biblia es el libro más leído.)
¿Habrá quien se ofenda porque pretendo que seamos responsables, que nos informemos, que seamos críticos respecto de lo que nos dicen y de lo que difundimos, que nos rectifiquemos cuando nos equivocamos, que enmendemos lo que hicimos mal? ¿Será mucho pedir?


Juan del Sur.

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