Esto no es una rareza
Seguro que el redactor de esta
nota tiene, al menos, certificado de estudios primarios completos.
Por eso debiera hacerle juicio a
sus docentes, a los directivos de la escuela donde cursó y a los responsables
del área de Educación (empezando por estos).
Porque
lo han estafado.
Como
a tantos millones.
Repasemos
el copete:
—El único lugar mencionado en
el párrafo es "el rostro": a él nos remite el adverbio
"ahí". Pero no: el kiosquero parece que no se apuñaló a sí mismo en el
rostro, sino a uno de los clientes, en el cuerpo. Creo que, en lugar de
"ahí", debió decir "entonces", "por eso",
etcétera.
—"El vaso sanguíneo" no puede ser; hay miles de vasos
sanguíneos en el cuerpo. Debe de ser el "bazo": entonces sobra
"sanguíneo".
.
El redactor o redactora de esto no puede entender nada de lo que lee y no tiene idea de lo que escribe. ¡Y trabaja con las palabras, en un portal de noticias!: imagínese un mecánico, una costurera, un albañil.
Hace cien años era distinto: la burguesía, en un proceso de expansión económica, necesitaba capacitar a una buena parte de la mano de obra que les llegaba mayormente analfabeta. Vigilaba la calidad de la educación.
Ahora lo que quiere el sistema son desocupados, pobres y, sobre todo, ajenos al conocimiento de la realidad. Para que voten refrendando el mísero statu quo en que sobreviven y para que hagan bulto en la calle cuando los necesitan.
La represión más abarcativa y eficaz es la que machaca y atrofia las neuronas de los oprimidos: es barata, no hace ruido, no sale en las portadas de los diarios ni en los noticiarios de la TV. Los organismos de derechos humanos ignoran su existencia.
Me parece a mí. Quizá me equivoco.