Ahora ha quedado eclipsado frente la autoinmolación de millones de
argentinos ante el altar del Mal Menor
Cuando era previsible (teóricamente) que una gran parte de la ciudadanía no se sintiera representada por ninguno de los dos candidatos, y se colocara al margen, en postura expectante y crítica, fue justamente la vez que, en estos últimos doce años, se abalanzó en masa a respaldar a uno o al otro.
Veamos:
Elecciones presidenciales 2015
Dos
candidatos: con rasgos similares
Votos en
blanco: 305.000 (1,19%)
Votos nulos:
318.000 (1,24%)
Blancos +
Nulos = 2,43 %
Elecciones presidenciales 2011
Siete
candidatos: para todos los gustos
Votos en
blanco: 803.000 (3,5 %)
Votos nulos:
226.000 (1 %)
Blancos +
Nulos = 4,5 %
Elecciones presidenciales 2007
Catorce
candidatos: para todos los gustos
Votos en
blanco: 1.331.000 (6,44%)
Votos nulos:
240.000 (1,16%)
Blancos +
Nulos = 7,60 %
Elecciones presidenciales 2003
Dieciocho
candidatos: para todos los gustos
Votos en
blanco: 197.000 (0,99%)
Votos nulos:
346.000 (1,73%)
Blancos +
Nulos = 2,72 %
Para mí (ojo: para mí) es
algo tan desconcertante que el domingo a la noche no terminaba de creerlo:
pensaba en que había una confusión, o un retaceo de datos, o un fraude. Me puse
a revisar telegramas de mesas de distintos lugares del país
(www.resultados.gob.ar)... y me convencí: la campaña por el voto en blanco, en
la cual participé entusiastamente, había sido un brutal fracaso.
Hubo menos votos en blanco y
nulos que las veces en que no hubo campaña por el voto en blanco y que, además,
se disponía de una amplia variedad de propuestas entre las cuales optar.
Por supuesto, conocemos bien a
Macri y a Scioli: cada mitad de la ciudadanía tiene buenos motivos para recelar
de ese al que no votó. Pero recelar es una cosa. Darle un cheque en
blanco al otro, decirle “encargate vos”, es otra. Porque ambos son nuestros enemigos
y, en cambio, entre sí, son competidores. Es asunto nuestro combatirlos,
porque en la fiesta de cualquiera de ellos el pato de la boda somos nosotros.
Veamos algunas de las cosas que
aprobaron los que votaron a Scioli, después de doce años de gobierno, la
mayoría con viento de cola:
—25 % de la población en la pobreza
—40 % de los trabajadores no registrados
—la podrida burocracia sindical matoneando y traicionando en los
conflictos laborales
—millones de personas sin cabida en el marco laboral, obligadas a
mendigar planes
—pronunciado declive en salud, educación y vivienda
—infraestructura cayéndose a pedazos
—extranjerización de la economía
—saqueo y contaminación del suelo y subsuelo por multinacionales
Los que votaron a Macri, ¿es porque creen que él va a
atacar estos problemas, particularmente los cinco que encabezan la lista?: ¡ja!
Recordemos: este fue el tercer
momento de quiebre de que dispusimos los argentinos en los últimos treinta y
tres años (por no ir más lejos):
—en 1982, debimos repudiar la canallada fascista de Malvinas
—en 1983, pudimos emerger de las elecciones con uno, dos o tres
millones de ciudadanos que no hubieran votado a los partidos cómplices de la
dictadura
—este 22-11, delegar en uno de nuestros enemigos el
rechazo a lo que representa el otro no nos empoderó; debimos diferenciarnos.
Sí, por supuesto:
nadie puede asegurar que esas actitudes contrafácticas nos depararían la
bienaventuranza. Pero también hay derecho a pensar que si —teniendo este gran
país que tenemos— nos va como nos va es porque algo estamos haciendo mal.
@juandelsur2