domingo, 28 de octubre de 2012

Walter Saavedra tuvo una erección


 .
 Walter Saavedra.

Entiendo perfectamente que esa noticia, en abstracto, no es importante y, además, traspasa las fronteras del decoro. Pero hay varias razones para que merezca ser comentada, y a ellas voy.

Saavedra es un relator de fútbol que sigue la campaña de Boca en los micrófonos de Radio Mitre. Esta tarde yo estaba ocupado en mis asuntos cuando, a la hora que calculé que habría terminado el clásico, prendí esa radio para conocer el resultado. Justo como para escuchar en el relato de Saavedra el segundo gol de Boca y el final del partido. Entonces, en medio de un torrente de desatinos, vociferó: “¡Boca, sos mi viagra! ¡Ayer cumplí 56 años, y ahora, en este mismo momento, tengo una erección! ¡Gracias, Boca, sos mi vida...!”, etcétera.

No es mi costumbre escuchar transmisiones de partidos de fútbol, pero recuerdo que, ocasionalmente, hace algo más de una década llegué a apreciar el enfoque de Saavedra sobre el fenómeno sociopolítico del fútbol y su entorno. Por eso, cuando una tarde el de la papa en la boca (¡cómo, que no sabe a quién me refiero!) leyó el “poema” que transcribo más abajo y se lo atribuyó a Saavedra, no podía creerlo. Pero tuve la confirmación por diversas vías, y la más directa fue que cuando volví a escuchar al relator de Mitre comprobé que había enloquecido: algo que puede ratificar cualquiera que sintonice esa radio en la audición de Saavedra.

Volviendo a la erección de nuestro Príapo, es cierto que las pulsiones libidinales pueden estar dirigidas a una infinita variedad de objetos del mundo exterior. Pero llevadas hasta el punto de la manifestación orgánica da para pensar cómo se hará para obtener la satisfacción a la que aspiran: ¿algo con la pelota?, ¿con el arco?, ¿con Falcioni?

Hace unos veinte años que tropecé con otra forma de afectividad desviada en alguno de quien no me la esperaba, que me dijo, en tren de confidencia íntima, que cierto modelo de auto que acababa de salir lo “calentaba”. Esa confesión marcó el comienzo de un sostenido deterioro de las cualidades intelectuales y humanas de la persona en cuestión. Igual que lo que le sucedió a Saavedra con su “poema”, que postula que quien no jugó al fútbol no sabe qué es el amor, ni la solidaridad, ni la música, ni la vida. O sea, despoja de la condición humana a miles de millones de personas contemporáneas y a otras muchas más del pasado.

Pese a este alarde de despotismo —o gracias a él— el engendro cuenta con el aval unánime de quienes se identifican como hinchas, según puede comprobarse en internet. A punto tal que, como la estructura es sencilla —un repertorio de circunstancias o sentimientos humanos, positivos y negativos, llevado al fútbol— se pueden encontrar decenas de versiones distintas, según el transcriptor de turno decida agregar o quitar situaciones de acuerdo con su gusto. Incluso, aparece con distintos nombres. La que sigue es una de esas versiones. Si a usted le parece que de alguna forma ya todo esto estaba dicho en la película "El hincha", de Enrique Santos Discépolo, tiene razón.

Poema del fútbol 

Cómo vas a saber lo que es el amor si nunca te hiciste hincha de un club.
Cómo vas a saber lo que es el dolor si jamás el zaguero te rompió la tibia y el peroné y estuviste en una barrera y la pelota te pegó justo ahí.
Cómo vas a saber lo que es el placer si nunca diste una vuelta olímpica de visitante.
Cómo vas a saber lo que es el cariño si nunca la acariciaste de chanfle entrándole con el revés del pie para dejarla jadeando bajo la red.
Escuchame... cómo vas a saber lo que es la solidaridad si jamás saliste a dar la cara por un compañero golpeado desde atrás.
Cómo vas a saber lo que es la poesía si jamás tiraste una gambeta.
Cómo vas a saber lo que es la humillación si jamás te metieron un caño.
Cómo vas a saber lo que es la amistad si nunca devolviste una pared.
Cómo vas a saber lo que es el pánico, si nunca te sorprendieron mal parado en un contragolpe.
Cómo vas a saber lo que es morir un poco si jamás fuiste a buscar la pelota dentro del arco.
Decime viejo... cómo vas a saber lo que es la soledad si jamás te paraste bajo los tres palos a 12 pasos de uno que te quería fusilar y terminar con tus esperanzas.
Cómo vas a saber lo que es el barro si nunca te tiraste a los pies de nadie para mandar una pelota sobre un lateral.
Cómo vas a saber lo que es el egoísmo si nunca hiciste una de más cuando tenías que dársela al 9 que estaba solo.
Cómo vas a saber lo que es el arte si nunca, pero nunca inventaste una rabona.
Cómo vas a saber lo que es la música si jamás cantaste en la popular.
Cómo vas a saber lo que es la injusticia si nunca te sacó tarjeta roja una referí localista.
Decime... cómo vas a saber lo que es el insomnio si jamás te fuiste al descenso.
Cómo vas a saber lo que es el odio si nunca hiciste un gol en contra.
Cómo vas a saber, querido amigo, cómo vas a saber lo que es la vida si nunca jamás jugaste al fútbol.
.