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La muerte de la cantante no daría para mayores análisis, si no fuera que hay muchas cosas en ella y en torno de ella que nos ayudan a comprendernos en nuestro —calamitoso— estado actual. En principio, hay que reconocer que en su voz honda, su escogido repertorio vistió de canciones durante décadas las luchas de diversos pueblos diseminados en el mundo hispanohablante. Pero de ahí a extrapolar su labor musical y transformar a la tucumana en un referente político y de conducta hay un trecho. Un trecho muy grande, por supuesto, pero, ¿para qué están los medios masivos de [des]información?: para hacer un matete, un revoltijo con todo e insuflarlo en las cabezas de la pobre gente. ¡Eh!: ¿por qué "pobre gente"? Porque me refiero a los impresionables, los que se dejan manipular, los que no le oponen a la intencionada perspectiva de los medios una mirada relacional, amplia; porque olvidan o recuerdan a impulsos de los que manejan la agenda y la opinión —sobre todo desde el ángulo emocional— de las masas.
Piense si usted falleciera (no lo tome a mal, es una hipótesis de trabajo) y recibiera el homenaje de Maradona, Pacho O'Donnell y los KK: ¡eso sí sería para morirse! Bueno, le pasó a Mercedes Sosa. Por supuesto que ella podría no tener la culpa: esos que he mencionado son hienas sin escrúpulos, y se colgarían de cualquiera que les proporcionara salvoconductos ante la opinión pública.
Cambia, todo cambiaLa fama, el talento, son para cualquiera difíciles de llevar airosamente, y Mercedes tuvo además que lidiar con vaivenes de la fortuna y de la salud, y con presiones políticas y comerciales que la tironearon en direcciones antagónicas. Ella, que nació pobre, hizo con los años muy buena plata. Y se mareó. Completamente. El deslumbramiento que experimentó al disfrutar los placeres de la "buen vida" burguesa ha quedado registrados en declaraciones de una puerilidad conmovedora. Como cuando alardeaba de sus autos: "En Madrid, tenía un Ford Fiesta, después me compré un Peugeot 505 último modelo. Uno de los primeros que entró a España. Después, pero dos años después, el auto empezó a conocerse allá..." [¡vanagloriarse de tener un auto "exclusivo": pobrecita!]. "Mi pasión siempre fueron los autos. Soy medio fierrera, ¿sabe? Me gustan y adoro la velocidad. Tengo un Audi A6, que ahora está en venta, y un Volvo S80. ¿Los conoce? [...] Ciento ochenta levanté el otro día. Entrábamos en una autopista, en Córdoba, y le pedí a Fabián que me dejara manejar un rato. 'Un ratito, mamá, ¿eh?'. Anduve setenta kilómetros y empecé a acelerar. El Audi es un auto que no tiene cordura. Si usted pone el pie en el acelerador, el auto vuela... De pronto, tal vez por un pozo, pegamos un salto. Le cuento que no tuve miedo por mí, pero bajé la velocidad: empezó a dolerme la cintura, además ya había que disminuir. Entrábamos a Oncativo...". Si usted piensa que los que van a 180 en la vía pública son unos piolas bárbaros, ahí tiene un elemento más para admirarla. Si no, diga de ella lo mismo que dice de los otros que hacen eso.
Y esta otra efusión: "Mercedes está en el living de su casa. Un amplísimo ambiente, pura luz, sobre la avenida Carlos Pellegrini, que tiene algo de museo americanista, con collares de la cultura maya, pipas antiguas, tapices precolombinos. 'Si va a hablar de mi casa, le pido que no diga que tiene toques barrocos, como se dijo. Lo barroco me suena a cachivache, y ésta es una casa llena de obras de arte'".
Una diferencia inconciliable con MacriAny Ventura la entrevistó el 26/6/03: "¿Por quién vas a votar?". Mercedes Sosa: "Por Macri, por supuesto. Lo único malo es que él es de Boca y io soy de Yíver, y eso es difícil de coincidir".
Dice Pacho O'Donnell en "La Nación": "Mercedes Sosa fue una artista de convicciones y además consideraba que debía ser leal a esas convicciones durante toda su vida. Ella fue afiliada al Partido Comunista, integró un grupo musical que se propuso renovar la música nacional dándole un contenido social a sus letras, tomó partido, posiciones a veces difíciles y riesgosas". Pero Rodolfo Braceli lo contradice: "No pertenezco al partido, no tengo el carnet, pero soy de izquierda, soy comunista", cuenta que le dijo la tucumana. Y el publicista explica la adhesión de ella a la postulación de Macri "tal vez empujada por un hecho muy íntimo y personal que es apoyar el presente y el futuro de su único hijo que trabaja con Macri desde hace un año, y esto ya es de dominio público. Pero, bueno, estas son cosas personales de cada cual". Curiosamente, Telerman emplea el mismo argumento: "A mí no me sorprendió el apoyo de Mercedes Sosa a Macri porque un chico judío como yo no puede hacer otra cosa que alabar a las madres que toman decisiones pensando en sus hijos. El hijo de Mercedes, Fabián Matus, a quien le tengo una particular estima personal, viene trabajando con Macri desde hace un año. No me extraña (el apoyo) porque es una de las cosas que mejor habla de Mercedes Sosa, porque, como bien dice la hermosa chacarera que ella misma canta: 'Sólo el cariño de madre, ése sí es verdad'".
Hay dos ideas en lo anterior que no comparto. Una, que las posturas políticas más trascendentes puedan ser valoradas en el marco de la esfera "personal": ¿cuáles serían entonces las decisiones políticas? La segunda, que una mujer, si es madre, ya carece de voluntad propia. Si es comunista, por ejemplo, y el hijo "le sale" nazi, como buena madre tiene que hacerse nazi. ¡Un delirio!
En cambio Mercedes Sosa justificó su determinación en el propósito de usar las facilidades que otorga la democracia: "A mí me llamó la atención todo el revuelo que se armó por mi apoyo a Macri y me molestó porque muchos de nosotros luchamos durante muchos años para tener democracia y poder votar a quien queremos, pero pareciera que aún con democracia algunos siguen incentivando el odio por las decisiones que uno toma", aseguró.
Soy sincero: releo los párrafos anteriores (seleccionados de entre muchos similares) y tengo la certeza de que los opinantes y yo no pertenecemos al mismo planeta. O, más bien, que yo no soy terráqueo y ellos sí, porque sintonizan muy bien con las mayorías.
Velatorios, homenajes, misas y otros aquelarresEl apoyo a Macri y las frivolidades indecorosas de MS no fueron los únicos traspiés que empañaron su trayectoria "de izquierda". Tras el fusilamiento de tres ciudadanos cubanos en abril de 2003, ella declaró: "Luego de ese lamentable hecho yo dije 'hasta aquí llegó mi amor' con la Cuba actual. Yo luché mucho por Fidel, tanto en Cuba como en Miami y en el resto del mundo, pero creo que llegó el tiempo de pensar en que no hay que aceptar todo porque si no vamos a caer en una dictadura". Cualquiera pensaría que un partido de izquierda decente no silenciaría estas cuestiones, sino que aprovecharía para categorizarlas de manera que fueran provechosas para el crecimiento de la conciencia de sus seguidores y de las masas. Y tendría mucha razón, siempre refiriéndose a un partido honesto. El Partido Comunista Argentino, en cambio, zanjó esas espinosas cuestiones con el silencio. Esto fue lo que publicó en su página web, además de la conocida carta (esta sí, enteramente personal) de los familiares de MS:
Lo cual, por cierto, no impidió que grupos de jóvenes ondearan en el cementerio las banderas del Partido Comunista, mientras se decía la misa de cuerpo presente o se cantaban chacareras. O sea: una fiesta muy linda y para todos los gustos, como que Jorge Rouillon, en el diario de los Mitre —extremaunción del padre Farinello y misa mediantes— también aprovechó para sacar una chuleta del cadáver y titular su nota "Mercedes Sosa y su encuentro con Dios".
Decía Borges: "No hay nada como la muerte para mejorar a la gente". Pero a MS no le hacía falta: es tan nuestra que sus resbalones pueden ser vistos por sus connacionales con admiración. Una admiración descarriada, claro.
De verdad, es todo tan argento que nada mejor que dejarle las palabras finales al más cabal paradigma de la argentinidad: Maradona recordó en el Congreso que la relación que tejió con la cantante fue "siempre de buena leche, prácticamente de madre". Y siguió: "Cuando me veía mal decía: 'Dieguito, cuidate'. Cuando me veía bien, 'qué bien estás' ", abundó, poniendo así de manifiesto no sólo la profundidad de la relación sino, además, la de los diálogos que sostenían. Y remató: "Ninguna otra mujer tiene ovarios como para cantar lo que cantaba ella".
Un Maradona auténtico.